jueves, 27 de octubre de 2005

Olé... Nacho!

Completa crónica del Street Music Festival

Olé... Nacho!

Un remodelado Teatro Caupolican recibió a los casi 6 mil 500 asistentes al Street Music Festival, donde el Mc alicantino Nach Scratch era la máxima estrella del evento. Hace mucho tiempo que no se veían revendedores de entradas en un concierto de rap en nuestro país, por lo que se auguraba un lleno total. San Diego comenzó a tomar forma y por sus veredas ya se observaba a jóvenes ansiosos por ver el show, que además contaba con la presencia del grupo español Arma Blanca y los nacionales PanamaRed, Vafe Jhous, Jota Droh y la Znc.

Parado en medio de la cancha se podía ver claramente como la galería del teatro se poblaba con el pasar de los minutos y el sector frente al escenario ya era una valla difícil de sortear. En el preámbulo Dj. Spacio programó una rica selección donde destacó A Tribe Called Quest, Mobb Deep, 7 Notas 7 Colores, Wu-Tang Clan, entre otros, lo que apaciguó en parte la ansiedad del público. Pero cuando el reloj marcaba las 6 en punto se daba inicio al llamado festival de la música de la calle. El primero en verse reflejado en las pantallas gigantes que estaban al lado del escenario fue PanamaRed. El mc nacional prendió fuego al show y el público le respondió de inmediato. Con su característico timbre vocal sedujo a la masa agitada que colmó el recinto, brazos en un vaivén de arriba a abajo prendían la presentación de Fernández y sus dos acompañantes. Sonidos a los cuales el ex-Pozze Latina nos tiene acostumbrados, pero que sin duda la tarde del domingo cautivaron a una muchedumbre ganosa por ver a grupos en vivo. Posteriormente fue el turno de ritmos sureños, ya que desde Valdivia se hizo presente Vafe Jhous, la fémina que representó al género en este festival. Acompañada de Dj. Keizen, de tan sólo 14 años, mostró los temas que la han llevado a pasearse por muchos escenarios del país. La respuesta del público fue inmediata y vibraron gracias al talento de la sureña, que quizás para la próxima presentación cuestione su compañía, puesto que las chicas que la asistían no estuvieron a su nivel. Tal vez el hardcore no gustó mucho a los presentes, pero el reencantamiento llegó de la mano de temas más alegres, “Vueltas de la vida” y “Vafunkyfe”, que inyectaron una cuota de entusiasmo al teatro. Sin duda uno de los momentos altos de las presentaciones nacionales fue cuando Vafe invitó a los breaker´s y éstos demostraron el talento de la disciplina en el país. Ahí la gente se volvió loca.

Jota Droh quería demostrar en el escenario las razones del por qué es considerado uno de los mejores mc´s nacionales. Junto a G.o.n.z.o. y Dj. Dacel salió al escenario a impregnar al respetable con su inconfundible tono de voz. Un show un tanto distinto a los que nos tenía acostumbrado en sus clásicas presentaciones que refrescó los oídos de quién ya lo habían escuchado antes. “133”, “Entre sueños” y “Droh rvc” fueron las canciones que hicieron saltar más a la cancha y el aporte de G.o.n.z.o. fue vital para sacar el show adelante. Dacel por su parte se mostró interactivo y participativo con la rutina de los mc´s, mientras que la gran cantidad de invitados saturó un poco la escena. A esa altura el público mostraba agotamiento y sólo se escuchaban reiterados gritos pidiendo a Nacho. Por lo tanto, Pequeño Search vislumbraba un difícil pasar por la tarima. Secundado por SQB y Crea el diminuto mc empapó el recinto con un entusiasmo desbordante, lo que de alguna manera calmó a la concurrencia que clamaba por el alicantino. Search corría de lado a lado en el escenario divulgando el mensaje de la Zona Norte Central, por otro lado, SQB y Crea, con serios problemas en sus micrófonos, dejaban todo ante la gente. Se logró apreciar una presentación bastante parecida a la mostrada en The Beatnuts, aunque se recordaron canciones que viven en la retina de los que llevan tiempo en esto. Problemas técnicos mermaron la participación de Dj. Seltzer en el show, por que lo su feedback con los del micro se vio reducida a su más mínima expresión.

Llegaba la hora de escuchar sonidos que cruzaron todo el Atlántico para hacerse presentes en el Caupolican. Dj. Joaking tomó posición en las tornas e increíblemente el sonido del recinto cambió de forma sustancial. La calidad del audio hacia la gente mejoraba en demasía, lo que levantó suspicacias en aquellos que notaron tal detalle. A esto hay que agregar que las diferencias de sonido entre galería, cancha y palco eran abismantes. En el sector alto del teatro las deficiencias eran tangibles, en cambio parado frente al proscenio se oía considerablemente mejor. Una medida clasista por no decirlo menos. Con este nuevo escenario Arma Blanca saltó a la cancha. Dash, Madnass y Lom-C se vieron sobrepasados con el recibimiento del público nacional y al parecer nunca esperaron que la acogida fuera tan buena. Encantaron de inmediato a la muchedumbre y la manejaron a diestra y siniestra, cumpliendo las expectativas de los más entusiastas. Frases claras sustentadas con bases un tanto monótonas aletargaron su presentación. Además, sus eternas canciones agotaron a muchos escuchas hartos de oír un rapeo simple, pero armados con una gran calidad lírica. Los momentos más altos fue cuando interpretaron “El y ella” donde gran parte del Caupolican les acompañó en el coro y la canción “Manual de supervivencia” tocada con gran ímpetu.

Todos los asistentes coreaban “Olé, olé, olé... Nacho, Nacho” y fue así como Nach Scracth pisó escenarios chilenos. Inmediatamente se produjo un estruendo de gritos y vítores recibiendo al español. Una masa uniforme saltaba y movía las manos con las primeras letras y sonidos del mc de Alicante. De galería a cancha, de cancha a palco y de palco a galería se repetían los aplausos para Nacho que se mantenía firme en su posición de interlocutor. Temas de sus dos discos bajo el brazo fueron el repertorio de la presentación más unas exclusivas de su próximo trabajo titulado Ars magna miradas. La calidad al frasear de Nach es indiscutible, sus rimas con contenido atacaban todos los rincones del recinto y batallaban contra quien se les pusiera por delante. Canciones que descolocaban a sus más fieles seguidores, ya que cambió y jugó con las bases originales transmutándolas por producciones de otros grupos, como por ejemplo Jedi Mind Tricks. Por un lado esta situación le dio frescura e innovación al show, pero desilusionó a todos aquellos que querían cantar los temas junto a Nacho. Su manera de rimar sin música cautivó a la gente y dejó en claro sus años en el rap, pero su estado físico lo traicionó al usar la mayor cantidad de pausas entre canción y canción. “Ser o no ser”, “Basado en hechos reales” y “Amor libre” sacudieron el teatro transformándolo en una hoguera que él manejaba a su antojo, disponiendo a manos cerradas de la actitud de sus fans. El manejo de los tiempos y la métrica los usó a la perfección sazonados con la complicidad de sus amigos de Arma Blanca y Joaking. Una presentación con gusto a poco en lo que se refiere a recorrido por sus discos y dinamismo en el escenario pero que hipnotizó a sus más férreos seguidores. Nach se apropió del Caupolican y dijo Olé!.

miércoles, 19 de octubre de 2005

Música ambiente

Las melodías se repiten con el avanzar entre los pasillos. Rodeado por las cerámicas de terraza, aprisionado por las de baño y cocina, aplastado por de las living y comedor. Camino con un dolor de pies insoportable, con el discurso de presentación mecanizado en mi actuar diario, acompañado sólo por mis colegas operativos y una que otra promotora. Pero a través de los parlantes se oye música que apacigua el aburrimiento y el cansancio. Discos que suenan jornada a jornada, interrumpidos por algún llamado de informaciones o por alguna oferta del día. No es el típico sonido de música ambiente que predomina en malls y en antiguos locales de compra. No es la común melodía somnífera que invita a comprar compulsivamente cualquier tipo de producto, con esas pulsaciones físicas y biológicas que afectan tu comportamiento llamándote a malgastar tu dinero. Sonidos hipnotizantes y relajantes situadores (palabra inventada, creo) de hogares. Pero no. Lo que se escucha en ese local es música pop, música que perfectamente suena en radios y en televisión. Es posible escuchar a La Pozze Latina, con su “Chica eléctrica”; a Tommy Rey, con sus baladas clásicas de año nuevo y fiesta universitaria; y a una larga fila de músicos ochenteros, de los cuales tengo poco conocimiento. A excepción de “Toto”, último amor de mi amigo Vaquero. Pero lo que más se repite son los Babasónicos. Esa banda que conocí hace más o menos un año y medio con su disco “Infame”. Último álbum del grupo argentino, con 15 años de trayectoria artística, pero que sin duda cautivó mis oídos y conmovió mi cata musical. Muchos van a decir que me gustó su placa más comercial y masiva, pero me da lo mismo, además que la categoría comercial es un concepto con el cual mantengo un gran litigio.

Así es, todos los viernes, sábados y domingos escucho los singles de Babasónicos. Canciones que sé de memoria y puedo canturrear en la micro, en el paradero, mientras escucho otra canción o cuando ya tragué mi comida. Pero no quiero escucharlos en mi trabajo, quizás la primera vez que lo oí escapar de los parlantes fue agradable. Sin duda me rescataron de mi letargo laboral por algunos minutos. Tal vez alguien vea como un anestesiante escuchar los temas favoritos en su trabajo. Está bien, eso no lo pongo en duda. Pero el sentirlos entrar por tus oídos todos los días agotan tu admiración por las canciones. Te aburren, te colapsan y te roban el gusto por programarlas en el winamp. Gracias a Homecenter voy a olvidar mi deleite por escuchar a Babasónicos. Cada vez que oiga a “irresponsable” la asociaré a las largas jornadas de aburrido y monótono trabajo. Y eso es lo que no quiero. No aspiro a que el grupo argentino sea la banda sonora de mi paso por la tienda del hogar, no deseo que Babasónicos recuerde mis tickets de venta y mis cálculos por metro cuadrado. Aunque viéndolo (¿o escuchándolo?) desde la otra vereda los Babasónicos se pueden transformar en mi himno de guerra mientras pasee por las calles de Palermo, mientras compre libros y beba té en alguna cafetería bonaerense. Las canciones de “Infame” golpearan con fuerza a la samba cuando esté de guatita al sol con una caipirinha en la mano. Pero no creo que sea así. Ya que las canciones agotan mi biblioteca musical, así que prefiero mil veces escuchar la melodía plana e hipnotizante que obligue a comprar a la gente. De esta forma, mi comisión aumentará venta tras venta Y cuando este en el barrio de la Boca y vea un afiche de los Babasónicos no dudaré ni por un segundo en pagar la entrada para verlos en vivo.

lunes, 17 de octubre de 2005

Sin verte

Con sólo 6 horas de sueño en casi 2 días mantengo una lucha férrea con el dormir. Morfeo baja mis párpados con toda su fuerza, mientras ellos resisten heroicamente a pesar de que la derrota se ve cada vez más cercana. La luz emanada desde la pantalla me ataca indiscriminadamente obviando cualquier pizca de condescendencia. Repentinas sacudidas de mi cuello me devuelven a la silla del computador y fugaces momentos retratan por enésima vez tu rostro en mi cabeza. Son esos pequeños lapsos de tiempo que me trasladan al paraíso de tus caricias convirtiendo en un infierno la venida al mundo de los lucidos pero que recuerdan la terrenalidad de tu existencia. Horas que deben ser aprovechadas en su totalidad, puesto que cada minuto es vital para contemplar tu belleza y el perder segundos de tu compañía sería un error difícil de perdonar. Las ventanas de mi alma ceden ante los designios del reloj biológico, se cierran y encierran en mi mente los momentos compartidos junto a ti. Instantes que tienen su cuota de sufrimiento cuando te veo partir, cuando tu silueta se pierde tras las rejas de tu castillo, cuando la princesa regresa a su reino y el plebeyo enciende el cigarro camino a casa. Una travesía que tiene por meta enclaustrarse bajo las sabanas y dormir pensando en ti. Comenzar un viaje al mundo de la ensoñación en donde la princesa recupera su reino y me mira desde el balcón solicitando mi compañía. Los ojos ya no aguantan más y ansían perderse en desiertos infinitos, territorios inhóspitos plagados con espejismos de tu sonrisa, oasis milagrosos con la forma de tu cuerpo. Despierto nuevamente y veo letras. Respiro tranquilo sabiendo que no eres sólo un sueño, que te puedo ver, tocar, sentir, oler y escuchar. Que no eres una alucinación provocada por la soledad, sino más bien eres la compañera del siervo de la gleba perdido en el desierto. Apareces y desapareces cuando cierro y abro mis ojos, te paseas con toda tranquilidad por los rincones inexplorados de mis pensamientos, colonizas tierras salvajes que ninguna mujer descubrió antes, clavas la bandera del instinto en mi pensar. Los bostezos se repiten incesantemente quebrando el silencio del tecleo, rompiendo las palabras desparramadas sobre el monitor, desencajando oraciones inspiradas por ti. Te veo hasta cuando no estás, pero el no sentir tu presencia física a mi lado me hace daño. Lo único bueno de extrañarte es que te recuerdo segundo a segundo, milésimas que se hacen eternas cuando cierras la puerta. Antes de tomar el autobús al planeta de los sueños, me voy a negro y pienso en ti, serás la última imagen antes de dormir y la primera al despertar. Ahora Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda captaran mi atención, pero antes de reposar sobre mi almohada de nuevo te recordaré.

miércoles, 5 de octubre de 2005

Humo húmedo

Ahora mismo debería estar escribiendo el reportaje y la editorial que debo para interpretativo y opinión, o quizás debería estar en la calle sacando las 15 fotos que me faltan por entregar, pero no, estoy sentado mirando cara a cara la hoja en blanco de word. No tengo ganas de escribir, por lo menos para la U, de hecho ahora mismo iré a disfrutar de un buen cigarro.

-pausa de al menos 10 minutos-

Apoyado contra la ventana del living de mi casa aspiro con satisfacción cada bocanada de mi cigarro. Miro hacia afuera y recuerdo la lluvia del día anterior. También rememoro con nostalgia las opacas nubes nocturnas que cubrían mi ciudad, nubes grises que se tornan diferentes según las horas del día. Cuando ocultan el sol esas figuras de algodón aéreas invitan a la reflexión y al sentimentalismo, te gritan a los cuatro vientos que debes tomar un cigarro y beber un café –té en su defecto-; en cambio cuando la luna se ve tapada por las figuras del cielo la noche se vuelve triste y melancólica, la alegría de las estrellas se transforma en una pena gris. Evoco el agua que caía por e l vidrio, nuevamente escucho el sonido de las gotas cayendo en los charcos formados por ella misma, las hojas del árbol que se abastecen con el caer del agua escalonada, el percibir como el césped se hidrata y goza con la lluvia. Puede que sea la última lluvia del año, el aguacero final que el tiempo nos regalará, porque ya es hora de que predominen los rayos solares y se escapen por meses esas nubes esponjosas que nos nutren en invierno.
Esos goterones que caen como una sinfonía sobre las calles ordenados al ritmo de un compás perfecto, son esos mismos que resuenan en nuestra vista y nos hace partícipe de una melodía donada por la naturaleza. El humo del cigarro se pierde bajo el agua que baja copiosamente, se desvanece de forma rápida en el ambiente dominado por la humedad. Mientras que las cenizas desaparecen apenas tocan el suelo mojado, reduciendo su existencia al tiempo de separación del cigarro con el piso. Obnubilado por los goterones el humo se atraganta en mi garganta, como diría Cortázar: “quiero vomitar esos conejitos”. Una desesperación que se esfuma al instante en que el cigarro toca mis labios carentes de nicotina. Hay que aprovechar de observar la última lluvia del año, pasaran meses antes que veamos como recibimos nuevamente agua del cielo, es obligación sacar la mano a la intemperie para ser bendecido con el liquido natural. Ves como llueve, pero también observas como la llama roja se acerca a tus dedos, como tus pulmones se encargan de asesinar al cigarro, como el humo de ese cigarro asesina a tus pulmones. Ahora apretaron “mute” ya que sólo escuchas como se quema el papel de tu cancerigeno, el golpe del agua contra el techo carece de sonido, puesto que miras cautivo la agonía de tu belmont. Una osada gota trata de apaciguar el sufrimiento de tu cigarro, pero de forma hábil eludes el ataque de la lluvia oxigenando los últimos momentos de la vida del pucho. Tú quieres ser el homicida. Un delito sin mayores consecuencias –sólo a tu salud- que permanecerá impune hasta el momento en que tu cuerpo comience a pasar la cuenta. La aspirada final será el tiro de gracia concedido en el paredón, quizás la aspirada más disfrutada –a excepción de la primera- del crimen. Sólo queda enterrar el cuerpo del delito, usualmente tu zapatilla actúa como sepulturera, pero esta vez el occiso será devorado por las fauces de la última lluvia del año.

lunes, 3 de octubre de 2005

Sal de ahí ...

Déjame estudiar. Escapa de mi cabeza y permítele a mis sentidos concentrarse en el psicoanálisis de Freud. Sentado en el fondo de la sala lo único que logro ver es tu reflejo, es ver dibujado en la pizarra la forma de tus ojos. Dos grandes circunferencias que me miran incesantemente, que capturan mi atención haciéndose parte mi ser. Unidos en una observación en conjunto con el horizonte de fondo. Sal de mis pensamientos, no opaques la información que debo registrar en mi cerebro. Datos que pasan al olvido frente a tu silueta, a sentir el ruido de tu sonrisa, a oler el aroma que deja tu caminar o sólo al admirar tu precioso cuerpo. Caminas enfrente de mi mirada, tapas todo lo que me rodea y me haces sentirme en soledad dentro de un museo observando sin mayores tapujos la más maestra de las obras de arte. Una experiencia de contemplación que me traslada a un viaje sin pasajes de vuelta llevándome a los rincones más recónditos del paraíso. Por favor deja de dar vueltas en mi cabeza, puede sonar cliché, pero recorres y recorres mi imaginación, usurpando el ciento por ciento de su facultad. Por lo tanto, todas las nuevas creación de mi cerebro se relacionan contigo, déjalo ya, déjalo pensar por su propia cuenta y no lo supedites a tus designios. Imágenes que pierden su independencia, ensoñaciones sometidas por tus decisiones, nuevos conceptos dominados por tu presencia. Desde el fondo de la sala miro hacía afuera, tratando de dejar de pensar, pero tu esencia aparece y desaparece como un rayo solar. Se cuela por entre las cortinas iluminando por completo mi pensar, una manera de filosofar, pero de filosofar sólo de ti, de tu presencia y de tu ausencia, de tu ir y de tu venir. Pero no... quiero verte cuando cierre mis ojos, incluso cuando sueñe despierto. Ya me acostumbré a sentirte... no te vayas.