domingo, 25 de junio de 2006

Esos cinco segundos

Largo fue el camino para que Manfinflácticos disputara los puestos de avanzada en la preciada Copa del Rey de la Escuela de Periodismo. Cuatro años de derrotas, de humillaciones, de burlas por ser los más malos de los malos. Mi incorporación al equipo de la Manfinfla fue recién el año pasado. Alcohol en el cuerpo fue el aliciente para sugerir una invitación a ponerme los botines por algún equipo de mi universidad. Cuando cursé Bachillerato fui parte de tan glorioso equipo, pero aquellos tiempos sólo quedan en la memoria de los fanáticos de las estadísticas. Por eso mis deseos de chutear la de cuero emanaban de mis poros. Un partido de prueba sería la instancia para demostrar todo mi potencial frente a mis compañeros. Como jugador nuevo alineé en las filas del equipo contrario, pero mi gran desempeño dejó boquiabiertos a mis compañeros, que no dudaron en ficharme de inmediato en Manfinflácticos. Así, mi romance con el equipo de la mano callosa comenzaba.

En el torneo de clausura del 2005 debuté. En el papel el equipo no cumplió una buena campaña, pero las demás escuadras comenzaban a mirar con cierto recelo la nueva actitud de Manfinflácticos. Además, en ese campeonato luché codo a codo por el trofeo de goleador, pero lamentablemente quedé a mitad de carrera por la eliminación de mi equipo. Sin embargo, mi performance gustó a variadas instituciones, lo que significó variadas conversaciones para firmar por otro club. Fueron propuestas que sin duda me sedujeron, pero yo quería consagrarme con la camiseta del equipo que me dio la oportunidad de inflar las redes. Quería revivir la época de Maradona en el Nápoles, quería sacar del pozo al equipo más vapuleado, quería hacer historia.

Y había llegado el momento. Era la hora decisiva para Manfinflácticos, era el momento para desprenderse del estigma de lo peor de lo peor. Se jugaba en contra de Real Ebriedad, actual campeón metropolitano de las escuelas de periodismo, que daba la coincidencia, también eran nuestros compañeros de generación. Era David contra Goliat. Dicho cotejo se enmarcaba dentro de las semifinales del torneo, lo que se traducía en 45 minutos de espera para disputar el trofeo. El ambiente era el adecuado, cuarto año entero se encontraba en las graderías viendo a los dos equipos de su curso. La expectación por saber quién jugaría la final se percibía en el aire, los nervios en los jugadores de ambos planteles se manifestaban en trotes cortos y elongaciones varias. El arbitro sería Juan “Juancho” Lizama, quien mantiene una estrecha amistad con el cuadro beodo, lo que auguraba un viciado arbitraje.


Suena el silbato. Las primeras jugadas denotaban lo tenso de los jugadores, pases malos, amagues fallidos y centros sin destino eran la tónica de los minutos iniciales. Lo cerrado del partido hacía que el juego se diera en la mitad de la cancha, donde los sutiles y escondidos golpes afloraban como si nada. No obstante, la muralla defensiva de Manfinflácticos resistía el ataque furibundo del Real Ebriedad. A pesar de eso, me las arreglaba para complicar a los aplicados defensores del equipo borracho. Los años en canchas de tierra enseñan las pequeñas artimañas futboleras que no dudé en usar, y en un jugada clave fueron fundamentales. A casi 5 metros de la portería rival recibo una pelota de espaldas al arco, a lo que el defensa arremete ganoso y me puntea el balón. Miro como el esférico cae en los pies de un compañero manfinflero, a lo que decido enganchar el pie de mi marcador dejándolo en el suelo. Obviamente, el referee no ve tal artilugio y decide continuar con el juego. Mi compañero de la manfinfla patea desde fuera del área rebotando la pelota en un defensa, balón que controlo rápidamente para enfilarme al pórtico rival. Luego de un enganche, eludo al portero y lo dejo en el suelo, sin embargo un jugador contrario me tapaba el ángulo. Por eso decido patear arriba y con fuerza, haciendo nulos los intentos por evitar que la pelota cruce la línea de meta. Veo como se infla la red y la barra estalla en alegría, corro hacia mis compañeros y me sumerjo en un mar de abrazos que no podían creer lo que estaban viviendo. La banca completa se metió a la cancha para celebrar el gol más importante de la historia de Manfinflácticos. Fueron los cincos segundos más felices de tan querida institución, el patito feo se convertía en cisne para emprender vuelo por los cielos de los torneos de periodismo. La barra rival no salía de su asombro, menos los jugadores de Ebriedad, y nosotros seguíamos abrazados en torno a un sueño que se hacía realidad. Un gol que se gritó con toda el alma, con la voz callada durante muchos años por los ganadores, con la energía de ese que nunca celebra, con la esperanza de tocar la copa. Un grito que quedara en los libros de historia y que nadie que estuviese presente en la cancha podrá olvidar jamás, se convertirá en un mito de la universidad que las futuras generaciones narraran en los pasillos, el grito de un desahogo.

Se pita en final del primer tiempo y el marcador no se movía. 1-0 ganaba Manfinflácticos y estaba a un paso de pisar la final. Lamentablemente el estado físico pesó, y las desconcentraciones nos jugaron una mala pasada. Real Ebriedad logró revertir el resultado y llegar a disputar el trofeo. Pero nadie, nadie nos quitará esos cincos segundos donde celebramos mi gol y nos creíamos campeones del mundo.

Ahora dejo Manfinflácticos y me comprometo con un nuevo proyecto futbolístico. Boca Seca Juniors es mi horizonte junto al balón, pero Manfinflácticos será esa camiseta que no se despegará nunca de mi pecho.

jueves, 22 de junio de 2006

Capítulo 2: El coraje de equipo

El triunfo y liderato de Manfinfleros en la Copa del Rey no ha dejado indiferente a nadie. La sorpresa por el expresivo marcador del partido ante los Mechones dio paso a los análisis. Para algunos, la victoria fue sólo un espejismo, debido al bajo nivel presentado por los rivales. Otros ya empiezan a mirar con cierto respeto a la Cenicienta del torneo.

Los jugadores de La Otra Pasión están felices. Ante la demostración de juego en equipo de la semana pasada, las sonrisas abundaron en el camarín. Pero el rival de hoy amenaza con borrar de plano toda la efervescencia creada: Cine, un equipo debutante que dejó muy buena impresión pese a perder ajustadamente contra Torobayo por 3 a 2 en la primera fecha.




Para el encuentro existe una incógnita: ¿podrá Alfredo Jacques sustraerse a su clase de -paradójicamente- Cine para auxiliar a su club? El resto de la escuadra está preparada para defender en la cancha el prestigio ganado seis días atrás.

Nuevamente el árbitro es Gonzalo "Gonzalitro" Bravo. La formación inicial también es la misma: Rivas, Fernández, González, Arraztio y Durán. En la banca, espera inquieto Gino Stock, mientras sus demás compañeros disimulan el nervio estando sentados.

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Pitazo inicial. Las primeras acciones son erráticas. Manfinfleros no puede demostrar el dominio que ampliamente desplegó en el partido anterior y Cine entró con las pilas puestas. Errores defensivos, un pique largo y una definición en la que Rivas llega a destiempo. Suma de fallos y 1 a 0 en contra. El fantasma vuelve a hacerse presente.

Pero cuando falta fútbol, aparece el coraje. Entre pases y paredes, Durán logra entrar al área y definir para devolver las cosas a su tranquilidad original. 1 a 1 y vuelta a empezar.

Lamentablemente, estaba escrito que Manfinfleros debía sufrir. Nuevamente descoordinaciones defensivas provocan un gol muy similar al primero, y la desventaja vuelve a aparecer. Afortunadamente, el empate llega pronto.

Queda poco para el final del primer tiempo y parece que el 2 a 2 no se va a mover, pero llega un instante clave. Diego aprovecha los fallos de Cine y logra introducir la pelota en su arco. 3 a 2 para Manfinfleros, y el sueño volvía a iluminar los corazones del equipo.

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El segundo tiempo sería a muerte. Ambas escuadras, sin desplegar un fútbol rico en técnica, daban lo mejor de sí para llevarse los tres puntos. Cuando el árbitro dio la orden de inicio del segundo acto, Cine intentó llegar por todos los medios al arco de Rivas. Sin embargo, una verdadera muralla se plantó en la defensa: Gino Stock era impasable para los delanteros rivales.

Manfinflácticos, mientras tanto, aprovechaba los espacios. En un contragolpe se gestó el 4 a 2 que entregaba un poco más de tranquilidad a la historia. Si bien Cine seguía atacando, el partido se mantenía bajo control. El equipo de La Otra Pasión manejaba el resultado con experiencia hasta que llegó, a poco del final, una jugada discutida.

En un balón dentro del área, Rodrigo Retamal golpeó el tobillo de un adversario. Si bien la falta existió, no era grave, sino un roce futbolístico común. El criterio del árbitro, sin embargo, fue marcar penal a favor de Cine. La ejecución fue afortunada y el resultado se apretó a 4 a 3.

Desde las tribunas, un hombre se lamenta. Es Alfredo Jacques, que acaba de terminar su clase y no pudo estar en el partido. Se suma al aliento de la barra, que empuja al equipo en los momentos difíciles.

Los últimos minutos fueron de sufrimiento. El físico no daba, por lo que Manfinflácticos debió recurrir al corazón para resistir. El pitazo final entregó el desahogo de un partido duro, pero que volvió a dejar arriba al antes peor equipo de Periodismo.

Además, Manfinflácticos demostró saber cómo aguantar un resultado, a pesar del vendaval que parecía venir encima. Las miradas de duda cada vez son menores. Ahora la incógnita es saber hasta dónde llega el potencial del equipo. Y para ello les espera la próxima semana una fecha vital: el Clásico, contra los rivales naturales, los mejores jugadores de Periodismo, sus compañeros de curso, Real Ebriedad. ¿Bastará con la mejora demostrada para disputar el partido mano a mano con un experimentado equipo y candidato a la Copa? La respuesta la tienen sólo los jugadores de La Otra Pasión. Ellos lo darán todo.

Por Rivas

Capítulo 1: El debut

Después de cerca de nueve meses de espera, casi un parto, Manfinfleros vuelve a disputar un partido oficial. Es la inauguración de la Copa del Rey, la instancia en que sus integrantes dejarán el todo por el todo para sacarse la rabia y la imagen del equipo perdedor.

Durante todo este tiempo, el equipo se ha ido afiatando. Decenas de amistosos han dado origen a un núcleo de 11 futbolistas que se presenta para afrontar el desafío. En el arco, ya no está Jorge González, quien luego de un paso por Funcionarios dejó las canchas por compromisos profesionales. Su puesto lo ocupa Sebastián Rivas, quien se ha consolidado a pesar de sus ripios técnicos como el "1" de La Otra Pasión.

La defensa, eterno problema de Manfinfleros, está cubierta por el perro guardián, el Rottweiler del área, Gino Stock. A él lo ayudará Daniel Fernández y la vuelta al equipo de Sebastián "Chama" González para cumplir labores de lateral con proyección.

El espíritu del equipo está resguardado por Rodrigo "Rojinegro" Retamal y Pablo "Estrella" Lonza, quienes pondrán huevos desde el puesto que les toque cubrir. Además, otro comodín, Óscar Lazcano, será el "sietepulmones" del equipo, oxigenando a sus compañeros que lo necesiten.



En la delantera radica la gran esperanza. Diego Durán, quien sorprendiera a propios y extraños en el anterior torneo con su extraordinaria performance, rechazó ofertas de los clubes más prestigiosos de Periodismo para quedarse con Manfinfleros. La mística y el afán de sacar del pozo al equipo pesó en su decisión. Lo acompañarán en esa tarea Alfredo Jacques, que será enlace mediocampista, y Pedro Arraztio, hombre difícil de aguantar para los defensas por sus movimientos y su presencia.

Cierra el grupo otro regreso: Javier Verdejo, quien el 2005 no había disputado ningún partido, se reincorpora a la escuadra manfinfláctica. Los once hombres no sólo quieren dejar una buena imagen. Hay hambre, deseos de ganar, ganas de demostrar lo que se viene rumoreando en los pasillos del edificio: Manfinfleros ya no es más el más malo entre los malos. Ahora es un equipo. Y hay que respetarlo.

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El partido inicial es contra el cuadro de los Mechones de Periodismo. Hay nerviosismo entre las huestes. Enfrentar a gente de Primero es siempre un misterio, pues no se sabe cómo van a jugar. El camarín hierve. La gradería recibe a menos de una decena de fanáticos. Entre ellos, Jorge González y Andrés Rojas, ex miembros del equipo; Cristián Gaona, un imperdible en estos lances; Nadia López, Paulina Andrade y Myriam Aravena, que son fieles seguidoras de la campaña desde tiempos remotos, al igual que Carolina Araya y María José Carreño.

La expectativa crece. El equipo que saltará a la cancha es Rivas; Fernández y González; Arraztio y Durán. El árbitro es un viejo conocido: el baluarte de Real Ebriedad, Gonzalo "Gonzalitro" Bravo.

Pitazo inicial. La temporada comienza y Manfinfleros se va con todo.

Primeros minutos. Durán por uno, por dos, por tres... Antes de que los mechones y la barra pudieran salir de su asombro, Manfinflácticos se encuentra con una cómoda ventaja de cuatro goles por cero y con el partido dominado. Nadie da crédito a lo que ocurre. El "patito feo" comienza a vislumbrarse como un cisne de temer.

Avanza el partido. A finales del primer tiempo, el dominio es claro: 6 a 2. La rotación de jugadores ha sido efectiva. Además de los goles de Diego, la solvencia de Javier y Gino en la defensa destaca como punto positivo en un equipo dado a cometer muchos errores de salida. El único ausente en la banca es Pablo Lonza. Mientras tanto, Rodrigo Retamal pide su ingreso.

Rojinegro entra a luchar cada pelota. Sus compañeros lo alientan. Valoran su esfuerzo. De pronto, un balón pica en el área de los Mechones. Rodrigo se acomoda, dispara... ¡y es gol, golazo! La barra estalla en alegría. El árbitro indica el final del primer tiempo. Y el marcador es para no creerlo: Manfinfleros 7, Mechones 2.

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Comienza el segundo tiempo. Manfinfleros encaja un gol en contra de entrada, pero no acusa el golpe. Ahora el objetivo es claro: lograr una diferencia de diez goles para quedar punteros. Esto sería un hecho inédito en la historia del club.

El partido avanza. Las rotaciones se mantienen con éxito. Verdejo, además de su gran defensa, anota dos goles en su cuenta personal. González se muestra amo y señor de la banda. El equipo juega a piaccere. Pero le falta la guinda para la torta.

Faltan dos minutos y el resultado es 13 a 4. Un balón avanza por la derecha para Arraztio. Es la chance de borrar todos los fantamas. La galería grita: "Pedro, danos la punta". El delantero apunta. Le pega con el alma. La pelota obedece y se va al fondo del arco. 14 a 4. ¡Manfinflácticos, el más malo entre los malos, es puntero del torneo!

El árbitro pita el final del encuentro. El marcador no se movió más. Diego Durán, con sus siete goles, queda como Pichichi del torneo. Los compañeros se abrazan, festejan. Hoy Manfinflácticos goleó y gustó, jugó como un equipo. Es solamente el primer paso de muchos que habrá que dar. Aún el torneo es largo, y nada está definido. Pero el corazón, la garra y el empuje de los once guerreros que defienden la camiseta de La Otra Pasión garantiza que dejarán todo en la cancha para poner bien en alto el nombre de su querida institución, la que ayer era la más mala de todas y hoy asoma su vista al frente para competir, de igual a igual, contra todos quienes se pongan al frente.

Por Rivas

Capítulo 0: La otra pasión

¿Por qué jugar en Manfinflácticos?

Cualquier persona con sentido común diría que no vale la pena. Tiempo perdido. Masoquismo barato. Porque Manfinflácticos no es un equipo ganador ni campeón. Es más, ni siquiera es un equipo del montón. Es el peor de los peores, el más humilde, el que año a año mira hacia arriba de la tabla para ver a sus contendores.

Tres años duros han pasado hasta el presente. En los dos últimos años, los equipos del holding han sumado sólo una victoria: hace dos años, Tu Hermana ganó 11 a 10 a Macaqueros. Victoria para nada honrosa, porque fue para definir, entre ambos integrantes de Manfinfleros, quién ocupaba el penúltimo y último lugar de la Copa del Rey de Periodismo.

Entre los mayores logros se encuentra haber dejado a dos equipos en la última fecha sin la chance de acceder al cuadrangular final. Como perro del hortelano, los dos últimos años Manfinflácticos ha debido arbitrar definiciones, contentándose con ser comparsa de la fiesta de otros.

Volvemos a la pregunta: ¿por qué jugar en Manfinflácticos?
Por la mística y el coraje que da ser el peor de los peores. Por la mística que se siente en cada partido. Por los compañeros, que apoyan en las malas y en las peores. Porque, de alguna forma, ser Manfinfláctico es un orgullo.

Hoy, en 2006, Manfinflácticos inicia un recorrido para lograr más motivos por los cuales hinchar el pecho. Tres torneos se esperan para este año. Once gladiadores en la cancha y muchos más desde las tribunas seguirán la campaña del más malo de los malos en la lucha por surgir en los campeonatos de baby fútbol de Periodismo.

¿Qué pasará? Nadie sabe los resultados, pero sí el presente.

Y ése es que Manfinflácticos ya es una pasión.

Por Rivas