martes, 15 de enero de 2008

Córrete una

Volví a correr. Luego de muchos años parado sin pisar el pavimento me puse los audífonos en los oídos y salí a correr. La nueva misión es completar los 10 kilómetros categoría amateur de la marathon Adidas que se correrá el próximo 6 de abril. Como internet es la madre de todas las ciencias descargué un plan de entrenamiento que me llevará a cruzar la meta. Se supone que al cabo de cinco semanas ya estaré corriendo los 10 kilómetros sin terminar en la UCI.

Incluso, dejé de fumar compulsivamente. Es decir, ahora me llevo cigarros a la boca sólo cuando estoy carreteando. El único gran problema es que las recomendaciones indican que debo dejar el alcohol. Lo siento, pero no lo haré. Seré el primer alcohólico reconocido en terminar una marathon amateur. De hecho, cuando sea recibido por las promotoras de la marca deportivo organizadora ellas me estarán esperando con una rica cerveza helada. Como dato freak, quiero agregar que hace algunos días atrás leí que la cerveza era mejor hidratante que el agua. Esas son las noticias que me hacen feliz.

Asi que cuando no conteste el celular será porque la música es la banda sonora de mi travesía urbana. Los sonidos de la aventura manejada por mis piernas y controlada por mi idea de completar los 10 kilómetros.

No invito a nadie a correr, porque simplemente me gusta correr solo. Además dudo que alguna de mis amistades me acompañe a malgastar las zapatillas. Ustedes compren las cervezas, ya que yo llegaré con sed.

Ver mi plan de entrenamiento.


jueves, 10 de enero de 2008

Sara

Después de catorce horas de viaje y muchos pueblos recónditos por fin llegaba a Puerto Iguazú, la trifrontera de Argentina, Brasil y Paraguay. Como el hostal tenía piscina apenas dejé mi mochila en la pieza me puse mi traje de baño, pesqué la toalla y me lancé unos chapuzones. No habían pasado unos minutos cuando alguien dice mi nombre. Doy vuelta mi cabeza y me encuentro de sopetón con dos mexicanas simpáticas que había conocido en Buenos Aires. Al instante no pusimos a conversar hasta que apareció el tema de la marihuana.

Apenas nombramos el alucinógeno una mujer que estaba en la piscina se acerca al lado de nosotros y dice: "¿Marihuana?". Inmediatamente le pregunté si tenía yerba para vender. "Si tengo. Pero no vendo", me respondió. "Ya po'... véndeme un caño por fa", le pedí casi rogando. Ella dijo que no comerciaba con la marihuana, pero si quería, que en la noche la contactara para que nos fumáramos algo. Traté de memorizar su cara de la mejor forma.

Ella era Sara. Una italiana de 25 años que llevaba viajando casi dos meses por Sudamérica, y en Puerto Iguazú alrededor de una semana y media. Según lo que conversé con un español que conocí en el hostal, la chica italiana era súper reventada y desinhibida. No le di mayor importancia a los comentarios del hispano.

Cuando oscureció, y después de cenar, busqué infructuosamente a la chica de la hierba. Luego de algunos minutos ví su cara entre la gente que estaba en el hall de lugar y empecé a hacerle señas. Quería puro fumar. Ella me vio y me recordó. Así que cuando me acerqué le dije inmediatamente: "Tú me prometiste un caño. Vengo a cobrar tu palabra". "Bueno. Vamos a fumar a la piscina", respondió. Filete, pensé, nada mejor que fumarse un buen pito al lado de una piscina, con un vino en la mano y respirando aire limpio.

Salimos los dos y nos fumamos el pito -el nunca bien ponderado paraplex-. Como teníamos una botella de vino decidimos quedarnos a tomar el licor antes de entrar. Entre la conversación le mencioné que tenía un buen manejo del idioma español para ser italiana. A lo que dijo: "Sí. Pero me gustaría hablar mucho mejor". Prendí con agua y me ofrecí como un excelente maestro de castellano, dada mi profesión y mi afán por las letras. Así que afirmó, "¿entonces me podrías enseñar". "Ya po' mañana", le dije inocentemente. "Quiero que me enseñes ahora".

Al escuchar esas cinco palabras la libido aumentó al mil por ciento. "Ok", le dije lascivamente. Pero ante mi sorpresa la Open Mind europea me superó, ya que me impacté cuando propuso que nos fuéramos a su recamara a estudiar español. "La tengo lista", pensé. Entramos a su pieza, que no compartía con nadie, y apenas cerró la puerta...

domingo, 6 de enero de 2008

Boicot a JM

Gonzalo León desde su tribuna en La Nación Domingo, refiriéndose al fallecimiento de Julio Martínez, anotó: "Las palabras de Julito -hijo de JM- me hacen recordar la muerte de otro grande, al menos para mí, el escritor Scott Fitzgerald. Cuando falleció, Glenway Wescott escribió: 'El miedo a la muerte es una profecía que siempre se realiza'".

Y se murió. Es una pena. Pero una pena pasajera. El abandono terrenal de uno de los relatores y comentaristas deportivos más importantes de la historia de nuestro país fue tema nacional. Todos quisieron sentirse conmovidos y tristes por la muerte de Julio Martínez. Políticos, ex deportistas, periodista de la nueva y vieja guardia, hinchas de fútbol, instituciones de la más diversa índole, la señora que lo vio una vez en la calle, el joven que leyó alguna vez su columna en el diario La Segunda, hasta Marlen Olivari. Todos querían llorar la partida de JM.

Yo fui periodista deportivo. Quizás mi condición de "ex" me obligaba a ir a ver al Darth Vader sin máscara en su ataúd. Es que fueron todos. De hecho, pensé en ir, pero estos días hizo un calor infernal que no me motivó a salir de mi casa. Para que quiero más calor, si en el infierno tendré todo el que desee a mi disposición. Así que no fui. Obviamente me dio un poco de pena, pero cuando cambié de canal la tristeza desapareció.

En cambio muchos festinaron y se subieron al carro de la muerte con Cabezita de Huevo. Vi una gran cantidad de fotolog's con la foto de Julio Martínez, leyendas que rezaban: "R.I.P. -¡en inglés po' weón!-, Se nos fue un grande, Chile pierde a una de sus mejores personas, Te recordaremos por siempre JM, etc.". Me pregunto: ¿Habrán conocido a Julio Martínez?. ¿Habrán leído sus columnas en los diarios?. ¿Lo habrán escuchado en la radio?. Con toda seguridad digo que No.
Es más, creo que muchos jóvenes que lloraron de pena ni siquiera sabían de él. Y en los comentarios televisivos elegían la lengua viperina de Eduardo Bonvallet al tranquilo comentario de JM. Cada vez que aparecía en Canal 13, yo me quedaba viendo a Martínez. Y no porque fuera fanático de su figura, sino más bien para gozar de la pasividad con hacía su análisis deportivo. Me imaginaba a los productores de Canal 13 haciendo el típico corte de manos en el cuello para que Julito apurara su labor. Sufrían con la lentitud de Cabeza de Rodilla en sus comentarios. Mientras veía a JM yo reía con lo anterior.

Ahora Julio Martínez se transformó en un héroe. Todo tiene que llevar su apelativo. Al instante le cambiaron el nombre a la calle que pasar por en frente del Estadio Santa Laura. El eficaz alcalde de Independencia hizo los trámites en menos de 48 horas -vaya que rapidez del edil-, ahora el presidente de Unión Española le quiere poner Julio Martínez al mítico recinto deportivo perteneciente al club hispano. Estoy de acuerdo. JM hubiera dado la vida por los colores rojos de su tan querida camiseta de Unión. Se lo merece.

Pero ahora salió la presidenta del país con la información de que enviará un proyecto para que el Estadio Nacional también se llame Julio Martínez. Ahí si que no. Al reducto de Ñuñoa no me lo toca nadie. Un estadio que carga mucha historia no debe llamarse como Martínez. Estoy en completo desacuerdo. Ya que el Nacional además de cuentos deportivos, lleva consigo torturas, desapariciones, recitales, navidades y un sin fin de cosas más. No quiero que ese estadio se llame Julio Martínez. Todos se están aprovechando de la empatía que el difunto periodista -que no era de academia, pero si de práctica-, transmitía al país. Hago un llamado a boicotear la decisión de llamar Julio Martínez al Estadio Nacional, una campaña que de a conocer el rechazo de tan populista medida, el enojo ciudadano a que nos toquen la mole que albergó, paradójicamente por un arquitecto nazi, el mundial de 1962. Eso si que no.

¿Qué pasará cuando se muera Don Francisco?. Estoy seguro que nos dejaremos de llamar Chile para convertirnos en el país Don Francis. No seríamos chilenos y nos convertiríamos en franciscanos. Nuestro himno nacional sería el Pachi-Pachi y la leyenda del escudo patrio "por la razón o la fuerza" sería "Que venga la modelo". Además Sábado Gigantes se transmitiría todos los días y se llamaría "Semana Gigante". Y es más que seguro que Viví Kreutzberger sería presidenta del país.

No me cambien el Estadio Nacional por Julio Martínez. Ya que cuando me muera se llamará Diego Durán. He dicho.