sábado, 23 de febrero de 2008

La Cultura Entretenida

Remítanse a leer este texto en voz alta emulando el estilo de National Geographic o de cualquier programa con frases del tipo: "El macho alfa mira con deseo a la hembra del grupo". Gracias.

Una historia que podría transformarse en un documental de la cultura entretenida.

Nanook es un esquimal que vive en el Polo Norte. Cuando tiene hambre prepara su arco y flecha y se dispone a cazar focas. Lamentablemente, a veces se topa con leones marinos que no quieren transformarse en su cena. Por ellos defienden con uñas y dientes su vida. Pero Nanook no puede fallarles a sus hijos que esperan con hambre dentro del iglú familiar. Con el pesar de sus retoños el esquimal pierde la batalla ante el animal de casi 300 kilos de peso. Sin embargo, pasa al Líder más cercano a su hogar a comprar la carne de foca para su descendencia. Mientras sus hijos en casa consumen ñoko con tal de paliar el hambre. Nanook llega a su casa iglú y ve a su señora teniendo relaciones sexuales con un explorador sueco que recorría el sector. La misma mujer les había pasado dinero a los niños para que se drogaran. Nanook no soporta dicho espectáculo y se suicida. Así termina la historia de Nanook.

Chun Fli es originario de Laos. Un pequeño país cercano a Camboya. La familia de nuestro protagonista es un tanto disfuncional. Problemas amorosos desencadenaron el caos. Lo que obligó a Chun Fli a trabajar en las cosechas de arroz. Allí conoció a Chun Li -Sí, se llaman muy parecidos- y se enamoró de inmediato. Lo que no sabía Chun Fli es que Chun Li era la dama de compañía de los trabajadores del arroz. Por ello le extrañó que su nuevo amor le cobrara con dos sacos de arroz el primer encuentro sexual entre ambos. Obviamente Chun Fli le pagó porque pensaba que así funcionaba la cosa. Ahora su mayor motivación para secarse bajo el sol en los cultivos de arroz era conseguir los dos sacos para hacer el amor con Chun Li. Pero recibió una noticia que lo marcaría de por vida. Chau Fan, compañero de trabajo de Chun Fli, le comentó que Chun Li había contraído el mal del Sida. Chun Fli no lo podía creer y se sumergió en una profunda depresión. Como no tenía en que gastar sus sacos de arroz un día se comió toda su reserva. Murió intoxicado en arroz. Así termina la historia de Chun Fli.

Faltaría Motombo y Hassan.

lunes, 11 de febrero de 2008

Casi Diego, casi muero

Me atropellaron. Entonces podríamos decir que estoy atropellado. Nunca me habían atropellado, salvo una vez que Pelaes -mi papá- pasó la rueda del auto por sobre mi pie. Pero fuera de eso era un transeúnte con suerte. Hasta que vi venir el auto blanco encima de mi.

Domingo por la noche. Por lo general salgo a correr en las mañanas, ya que me despierto con energía y aprovecho más el día. Pero como es común de los fines de semana, el trote se desplaza a las noches debido a que en la hora matutina sigo borracho.

Ayer me puse los audífonos y me dispuse a correr los 60 minutos de mi plan de entrenamiento. Mi rutina me llevó por el mismo camino que sigo casi todos los días, ya que conozco las calles, los agujeros, las veredas malas, los perros que se transformaron en mis amigos, etc. Sin embargo, esa confianza en la ruta me jugó una mala pasada.

Parece que el destino quería que muriera escuchando buena música. Violadores del Verso en mis oídos sonaba cuando ocurrió el accidente. Una pequeña calle que daba con Nonato Coo casi se convierte en el lugar de la animita de Zonoro. Como es costumbre crucé tranquilo, puesto que yo tenía la preferencia, pero esta vez algo cambió radicalmente mis planes.

De un momento a otro veo un auto blanco que se aproxima raudo a mis piernas que comenzaban a frenar. El parachoques a centímetros de mi cuerpo y lo primero que atino es a saltar encima del capó del auto. Menos mal que el conductor venía frenando y con la detención del vehículo no me caí del capó.

Luego del susto, mio y del conductor, me bajé de encima de auto y acudí a la ventanilla del chofer. Lo increpé y no lo dejé bajarse del auto, golpeándole su puerta e impidiendo su paso. No le quise pegar a él, porque era un vieja con anteojos y estaba, quizás, más nervioso que yo. A lo único que lo obligué fue a que reconociera su culpa y tuviera más cuidado a la hora de manejar. Por mi parte, cuando el conductor asumió su error, me puse los audífonos y seguí corriendo los 50 minutos restantes. Claro.. mucho más atento a la jugada. Porque como diría el título del libro: Casi Diego, casi muero.

domingo, 3 de febrero de 2008

La otra cara del vinilo

Todos pensaron que el advenimiento de la cinta de cassette, la irrupción del CD y la revolución de la música digital, en su formato mp3, habían dado de baja al romántico disco de vinilo. Y así lo entendieron también las casas discográficas del mundo entero cuando decidieron renunciar a lanzar la música en esas bandejas gigantes.

Sin embargo, los Dj's se encargaron de resucitar y utilizar el vinilo en su máxima expresión. Reconfiguraron su uso, y de hecho, maximizaron el funcionamiento de los tocadiscos. Ahí nació la tornamesa.

Pero tenía que aparecer otro asesino de vinilos. El Serato llegó para acabar con la adquisición de vinilos y la edición de éstos. Justo en el momento en el cual comencé a comprarme vinilos. Maldita ley de Murphy.

No importa. Si el derrocamiento del vinilo se transforma en un hecho, ya tengo la mejor opción para aprovecharlos y el mejor incentivo para seguir acumulandos discos. Ingresen a Sleeveface y denme la razón.

De muestra un botón:

Acá está el flickr de Sleeveface donde hay muchas, pero muchas más fotografías.