miércoles, 19 de octubre de 2005

Música ambiente

Las melodías se repiten con el avanzar entre los pasillos. Rodeado por las cerámicas de terraza, aprisionado por las de baño y cocina, aplastado por de las living y comedor. Camino con un dolor de pies insoportable, con el discurso de presentación mecanizado en mi actuar diario, acompañado sólo por mis colegas operativos y una que otra promotora. Pero a través de los parlantes se oye música que apacigua el aburrimiento y el cansancio. Discos que suenan jornada a jornada, interrumpidos por algún llamado de informaciones o por alguna oferta del día. No es el típico sonido de música ambiente que predomina en malls y en antiguos locales de compra. No es la común melodía somnífera que invita a comprar compulsivamente cualquier tipo de producto, con esas pulsaciones físicas y biológicas que afectan tu comportamiento llamándote a malgastar tu dinero. Sonidos hipnotizantes y relajantes situadores (palabra inventada, creo) de hogares. Pero no. Lo que se escucha en ese local es música pop, música que perfectamente suena en radios y en televisión. Es posible escuchar a La Pozze Latina, con su “Chica eléctrica”; a Tommy Rey, con sus baladas clásicas de año nuevo y fiesta universitaria; y a una larga fila de músicos ochenteros, de los cuales tengo poco conocimiento. A excepción de “Toto”, último amor de mi amigo Vaquero. Pero lo que más se repite son los Babasónicos. Esa banda que conocí hace más o menos un año y medio con su disco “Infame”. Último álbum del grupo argentino, con 15 años de trayectoria artística, pero que sin duda cautivó mis oídos y conmovió mi cata musical. Muchos van a decir que me gustó su placa más comercial y masiva, pero me da lo mismo, además que la categoría comercial es un concepto con el cual mantengo un gran litigio.

Así es, todos los viernes, sábados y domingos escucho los singles de Babasónicos. Canciones que sé de memoria y puedo canturrear en la micro, en el paradero, mientras escucho otra canción o cuando ya tragué mi comida. Pero no quiero escucharlos en mi trabajo, quizás la primera vez que lo oí escapar de los parlantes fue agradable. Sin duda me rescataron de mi letargo laboral por algunos minutos. Tal vez alguien vea como un anestesiante escuchar los temas favoritos en su trabajo. Está bien, eso no lo pongo en duda. Pero el sentirlos entrar por tus oídos todos los días agotan tu admiración por las canciones. Te aburren, te colapsan y te roban el gusto por programarlas en el winamp. Gracias a Homecenter voy a olvidar mi deleite por escuchar a Babasónicos. Cada vez que oiga a “irresponsable” la asociaré a las largas jornadas de aburrido y monótono trabajo. Y eso es lo que no quiero. No aspiro a que el grupo argentino sea la banda sonora de mi paso por la tienda del hogar, no deseo que Babasónicos recuerde mis tickets de venta y mis cálculos por metro cuadrado. Aunque viéndolo (¿o escuchándolo?) desde la otra vereda los Babasónicos se pueden transformar en mi himno de guerra mientras pasee por las calles de Palermo, mientras compre libros y beba té en alguna cafetería bonaerense. Las canciones de “Infame” golpearan con fuerza a la samba cuando esté de guatita al sol con una caipirinha en la mano. Pero no creo que sea así. Ya que las canciones agotan mi biblioteca musical, así que prefiero mil veces escuchar la melodía plana e hipnotizante que obligue a comprar a la gente. De esta forma, mi comisión aumentará venta tras venta Y cuando este en el barrio de la Boca y vea un afiche de los Babasónicos no dudaré ni por un segundo en pagar la entrada para verlos en vivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

erí' poco pasa rollos diego...!!!