jueves, 29 de diciembre de 2005

No sólo musica en vivo

Acabo de ver el video “Será mejor” de Mucho Muchacho. Ese clip donde el español comparte escena con Tony Touch narrando de manera simple los aconteceres en las calles de alguna ciudad gringa, los estudios de grabación, la génesis de una canción, en fin, todo rodeado de Heineken fresca y unos caños envidiables. Cuando miraba el video me acordé del concierto que “7 Notas 7 Colores”, ex grupo de Mucho Mu, ofreció en Chile el año 2000. Fue así como se me vino a la mente mi fascinación por asistir a conciertos y tocatas varias, ya que sacando la cuenta he tenido la suerte de estar en demasiados shows de raperos en Chile. Desde Cipress Hill (EEUU) –la segunda vez que vinieron-, 7 Notas 7 Colores (España), Jeru The Damaja (EEUU), Geronación (España), Ari (España) –la primera vez que vino- y El Club de los Poetas Violentos (España), Violadores del Verso (España), Rascalz (Canadá), Frank-T (España), SFDK (España), Afu-Ra (EEUU), Orishas (Cuba), The Beatnuts (EEUU), hasta Nach (España). Y ahora espero con ansías asistir a la venida de Saïan Supa Crew (Francia) en febrero próximo.
Ver a los músicos en vivo tiene un condimento especial. Quizás no suenen con la pulcritud y armonía de sus discos compactos, pero verlos estar parados en el escenario a escasos metros de uno es una sensación increíble. Disfrutar de un concierto es una de las experiencias más enriquecedoras que entrega la música y la sensación de estar presente al lado de los parlantes.
Cómo olvidar mi miedo por el entorno y la fascinación infantil por B-Real cuando fui a ver a Cipress Hill, ese olor a marihuana que se reinaba en el ambiente y que me voló sin quemar cogollo alguno. Tampoco es imposible guardar en el baúl de los recuerdos lo apretado que estuve en la reja del Teatro Caupolican cuando cantaba las canciones de 7 Notas 7 Colores, ni mucho menos negar el escupitajo que recibí en mi cabeza de parte de algún descerebrado que se encontraba atrás –menos mal que me había puesto el capuchón del polerón para evitar esas situaciones-. O cuando minutos antes del concierto de Jeru The Damaja tuve que beber junto a mi amigo Koin un litro y medio de jote escondidos en un cité en menos de 5 minutos, y posteriormente saltar desde el segundo piso al primero por habernos equivocado de entrada. También es necesario recordar el encuentro sexual que tuve en el concierto de Geronación junto a una muy buena amiga. Escondidos en los recovecos del estadio Víctor Jara gozamos de la adrenalina de poder ser sorprendidos, mientras nuestra respiración era cada vez más rápida y escuchábamos de fondo las canciones del grupo oriundo de España. O esa vez que partí con Notorius a ver a Ari con casi 5 horas de anticipación, tiempo que aprovechamos para emborracharnos y fumar marihuana como si fuera la última vez. Sin embargo, ese día yo fui el primero en entrar al recinto y mi amigo Notu el segundo, a pesar de estar al límite del estado de bulto. El fanatismo de la gente hacia Violadores del Verso es algo que tampoco puedo olvidar, ver como la gente saltaba los asientos de la limpia y pulcra sala Scd del Plaza Vespucio por tocar a Kase-O, Lírico o Hate, descolocaba tanto a los mc´s como a los encargados de seguridad de la sala. Esa barrera humana de tipos vestidos de rojo en torno a los de Zaragoza para que así pudieran tocar sus canciones más resguardados del fanatismo exacerbado de sus fans chilenos. Del concierto de Rascalz no recuerdo nada gravitante. En cambio, en el show de Frank-T perdí una apuesta con un amigo, ya que al ver el flujo de gente que llegaba al Teatro Providencia afirmé que lamentablemente no se llenaría el concierto, pero para suerte de los organizadores los fanáticos de Frank-T repletaron el lugar. Cuando fui a ver a SFDK recuerdo que gracias a mi credencial entró gratis Koin al Víctor Jara, y después me junto a Alicanto nos perdimos en el mar de gente que saltaba entusiasta con las canciones de Zatu y Acción Sánchez. En el concierto de Afu-Ra me decepcioné al ver que el mc hizo un show en solitario y se hizo acompañar sólo de una maquina que le tiraba las pistas. Pero de igual manera disfruté el tema “Equality” –dos veces- y fue genial ver el show desde el escenario. Para ver al grupo cubano Orishas sorteé demasiados obstáculos de seguridad para pasar mi vodka Absolut, pero para mi desgracia el último escollo en superar descubrió mi pócima etílica y la quebró sin compasión alguna, mientras miraba apenado como el liquido se desparramaba contra el suelo. También recuerdo a los tipos que colgaban de las estructuras de metal a muchos metros de altura colgándose nada más que con sus pies. Cuando vino The Beatnus tampoco recuerdo nada interesante, sólo que no fui el segundo día porque esa noche inaugurábamos la independencia de mi amigo Vaquero. Para Nach es imposible olvidar los cogollos bolivianos que trajo mi amigo Toxyco de Iquique. ¿Qué pasara en Saïan Supa Crew?. Porque los conciertos en vivo no sólo nos traen música.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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