viernes, 9 de septiembre de 2005

Vendedor. Joven. Look alternativo

Las últimas gotas de las ya acostumbradas lluvias de fin de semana que atacan Santiago se dejaban caer en la contaminada capital. El vamos productivo de la semana amenazaba con teñirse de plomo para mojar a quién osara transitar por el gris capitalino. La alarma del teléfono sonó exactamente a las 6:30 de la mañana lo que daba inicio a los siete días de calendario. El humo del cigarrillo se mantenía suspendido más de lo normal producto de la humedad reinante en el ambiente y mi decisión por escoger el delgado poleron me remordía la conciencia. De igual forma, decidí mantenerme firme en el paradero a pesar del augurio negativo anunciado por las nubes. Tenía planificado estudiar camino a la Universidad, pero el aglutinamiento de personas ansiosas por llegar a su objetivo diario me obligaron a leer apoyado en un pilar. La suerte me ayudó a superar con creces el obstáculo académico impuesto por Del Villar y salí airoso de la prueba, así que el nuevo destino era providencia.

En el aviso del diario decía algo así cómo “se necesita vendedor. joven. look alternativo”, ¿qué diablos?. Camino a la dirección indicada me preguntaba a mi mismo cómo se podía definir un look alternativo. Creía que podría ser una vestimenta que escapara del canon impuesto, quizás algo parecido a la vapuleada y manoseada moda kitsch o un estilo similar al de Fernando Larraín. El asunto es que mi forma de vestir era muy disímil a lo que yo entendía por look alternativo. Aunque puede que ciertas marañas en mi pelo se acercaran al requisito del supuesto empleador. Como es sabido el tiempo no es mi compañero más fiel y por alguna u otra razón siempre juega en mi contra, por lo tanto llegué a la cita con casi una hora de atraso. Subí un par de escaleras sacadas de alguna película de bajo presupuesto española y de sopetón me encontré con lo que mi mente entendía como look alternativo. Nunca he sido muy crítico con la forma de vestir de los demás, de hecho es un tema que no me quita el sueño, pero esta vez al ser los demás mis potenciales rivales los miré a todos con una atención detallada. Los lentes de marcos gruesos y grandes cristales (la mayoría de plástico) eran la carta de presentación de los postulantes. Habían de todos los colores y todos los gustos, marcos de metal, de pvc, rojos, negros, fosforescentes, chillones, en fin una variedad incalculable de anteojos extravagantes. Era el sello que distinguía a cada aspirante por el empleo. Y ojo que todavía caían algunas gotas y no existía rayo solar alguno, pero las gafas se mantenían firmes encima de la nariz. Las zapatillas en su totalidad eran converse y también estaba toda la tienda presente, es decir la gama de colores completa de la colección. Pantalones que en general respondían a la tela adornados con líneas verticales que llegaban hasta el sueño. Pero sin duda el sujeto que llevada los pantalones de colegio se ganó el cetro. Y estoy seguro que ese mismo weon odió el usar pantalones durante la educación escolar, pero no, ahora para distinguirse de los demás se los calza de nuevo. El asunto capilar también merece su comentario, ya que el 80% de los peinados era como ver un video de Los Bunkers, Oasis, Lulú Jam o cualquier comercial setentero donde se ofreciera paté o pasta dental. Chasquillas cubrían los ojos de las chiquillas candidatas y pelo ordenadamente desordenado era la tónica de los varones. Pantyes de colores se dejaban ver por debajo de las faldas con vuelo de algunas de las postulantes a quitarme mi puesto de vendedor. Recorrían de arriba a abajo las piernas de las niñas donde las tonalidades, de nuevo, chillonas dominaban el estilo. No hay que dejar de mencionar que a algunas se les veían unas piernas exquisitas. Asimismo se podía distinguir a aquel que realizaba el tour del mercurio, o sea el recorrido que se planea el día anterior con la sección de avisos clasificados del periódico. A ese espécimen se le reconocía por esperar su turno pacientemente con un maletín en la mano y con terno. Él entendió mucho menos que yo eso del look alternativo. Sin embargo, hubo alguien que escapó de todos mis pronósticos. De pronto, llega un señor diario en mano preguntando por la dirección publicada en el aviso. Un caballero de alrededor 40-45 años que al parecer no leyó donde decía “joven”y sólo se fijó en el lugar donde debía presentarse. Él si que es alternativo. Según mi apreciación dejó chicos a todos los presentes opacando de manera avasalladora los anteojos, zapatillas, pantalones, peinados y el millar de accesorios con onda de los jóvenes que estábamos ahí. Yo me preguntaba “¿qué más alternativo que no ser joven y vestirse como cualquier tipo de 40 años, o sea zapatos negros, jeans y chaleco?”. El viejo nos había cagado a todos. Se merecía más que nadie ese trabajo.

Ya en la entrevista le pregunté al tipo que publicó el aviso que quería decir con look alternativo. A lo que me respondió que sólo buscaba a un weon normal, pero tampoco empaquetado, puesto que cada vez que pone un aviso de vendedor el ochenta por ciento de los postulantes se aparecen con terno. Y por eso había puesto look alternativo. Y yo el saco wea todavía sigo preguntándome... ¿qué chucha es look alternativo?.
Después de la entrevista hay otra historia, pero eso es harina de otro costal y material para una próxima entrada.

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