miércoles, 6 de julio de 2005

Ríe en el litoral

En la película "Alta fidelidad" el protagonista, bueno mejor dicho el personaje que interpreta Jhon Cusack hace una especie de paralelo de sus discos favoritos y las relaciones que ha tenido a lo largo de su vida. Muchas veces recuerdo etapas de mi vida gracias a la banda sonora de ese entonces. Me acuerdo un paseo con mis amigos del barrio al quisco donde la música más recurrente fue Saïan Supa Crew, o sea cada vez que escucho una canción de ese grupo recuerdo todos los momentos vividos en esa aventura. No se puede olvidar esos graciosos momentos, como por ejemplo cuando nuestro amigo "Guagua" cayó en las manos de una gordita bastante fogosa donde el alcohol bajó sus defensas y cedió frente a los encantos de J.Lo (Así le deciamos a la mina). Una imagen de culto fue cuando ya se vió en los brazos de la muchacha y para pasar desapercibido optó por llevarla afuera de la casa, pero lo que no tenía en mente era que eligió el peor lugar, puesto que continuó su romance frente a una ventana que no tenía cortina, por lo tanto yo y mis amigos -con elevados grados de alcohol en el cuerpo- fuimos testigos privilegiados de diversos manoseos entre "Guagua" y "J.Lo". Pero la gota que rebalsó el vaso fue cuando la líbido estaba a su 100% buscaban desesperados una pieza para saciar los placeres de la carne, lamentable su afán por tener intimidad se vió truncado al cerciorarse que todas las piezas ya estaban ocupadas como si fueran un motel a la hora de almuerzo. Ante lo cual decidieron encerrarse en el baño a entregarse el uno al otro. Consultado al día siguiente "Guagua" nos aseguró: "Cabros... no se me paró". Otro hecho que todavía recuerdo fue aquella vez que almorzabamos tranquilamente nuestra dieta diaria, o sea arroz con vienesas- y "Choclo" se mandó una acción digna de película de fraternidad yankee. Como era costumbre comiamos todos juntos, justo ese día "Chipi" se sentó en la orilla de la mesa, mientras disfrutaba su plato de comida, hasta que repentinamente llega "Choclo" y se ubica al lado de él y sin mediación alguna saca su miembro viril, su pene, y lo deja caer a 5 centimetros del plato de "Chipi" quedando este último impavido y estático con un tenedor en la mano y con un pene a 50 milimetros de su comida. Imposible de olvidar es cuando una chiquilla regaló a alguien su sosten, después de unas horas de sexo animal, y aprovechándonos del estado ebrio de "Guagua" lo disfrazamos de mujer y lo vestimos con el brasier donado por la señorita sin nombre. Por último, gracioso fue la vez que unas jóvencitas fueron a carretear a nuestro antro de la perdición y se vieron engatuzadas por los galanes de turno. "Califa" sedujó a una de las muchachas y como es obvio la invitó a pasar un momento agradable a su pieza -que para más remate compartía conmigo- donde según él: "La hice toda cabros". Al día siguiente nos percatamos que la muchacha en cuestión olvidó en nuestra casa su cartera. Nos reunimos todos en torno a la mesa y decidimos escrudiñar aquel bolso femenino para ver si encontrabamos alguna dirección o número de teléfono donde ir a dejar el objeto. No recuerdo quién tuvo la recurrente idea de dejar caer las cosas que se encontraran adentro del bolso frente a todos nuestros ojos. Pero nos llevamos tamaña sorpresa al ver caer y quedar en absolura soledad un tampón femenimo. Las miradas de todos se dirigieron inmediatamente hacía "Califa" y soltamos una carcajada. En conclusión, "Califa" nos mintió porque su affaire se encontraba en medio de su periodo menstrual y no creo que hayá querido pasar por esa macabra experiencia sexual. A lo que "Califa" nos increpó y nos dijo: "¿Cómo qué no?". "Es mentira po´ weon. No nos vengas a engrupir", replicó "Choclo". Al verse acorralado "Califa" se metió la mano en sus partes intimas y se refregó como si las estuviera limpiando, sacó su mano y dijo. "Ya po´... ¿quién quiere oler'". Lo más insolito fue que Choclo dijo: "Yo po´." Y nunca había visto una imagen tan graciosa al ver como "Califa" tenía su mano, con fragancia a testiculos, a 3 centimetros de la nariz de "Choclo", mientras este último decía. "Ya... pero no me toquí, no me toquí".
Quizás no era la idea de lo que quería escribir, pero me acorde y no me pude aguantar la posibilidad de inmortalizar esos momentos.

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