viernes, 8 de julio de 2005

El día D... y final

Después de disfrutar su dulce sabor bucal y la forma en como tocaba mis manos, me sentía muy bien acogido. La luz que emanaba de su mirada envolvía todo mi ser acrecentando las ilusiones de emparejarme. Como todo un caballero la acompañé hasta su casa , mientras recorriamos las calles del barrio mostrando indiferencia al entorno llegamos a la puerta de su palacio. Bajé de mi corcel y tendí mi mano para recibirla en tierra firme. Los dragones y ogros quedaron en el camino, así mi espada se mantuvo firme y serena en mi espalda. Cuando iba a darme el beso de despedida para convertirme nuevamente en sapo, ella dejó caer unas palabras que atravezaron mi armadura. "Te tengo que contar algo". Me imaginaba con la espada del enemigo en el cuello. "Dime no más", dije. "Es que yo estoy pololeando". La historieta de caballeros y princesas se desmoronaba. "No importa... no soy celoso", fue lo primero que atiné a decir. Días después suena el teléfono. El sonido real de su voz resonaba en mi sentido auditivo. Tembloroso y transpirando logro entablar una conversación coherente que dió la pauta para un futuro encuentro. Volver a sentir sus labios pasando por mi piel era un buen incentivo para acudir a la cita. "Terminé con mi pololo", fue la frase que quería escuchar, pero que a la vez no quería escuchar. Inmediatamente me sentí obligado a responder y convertirme en su compañia. Como soy un cobarde... obviamente accedí. Fueron semanas bastante agradables, me encantaba su mal humor y lo facil que me era hacerla enojar. Su pesadez me resultaba atractiva, por que de verdad sabía llevarme la contra y discutiamos por montón... claro está que la ira momentanea desaparecia al momento que tocaba su cara y besaba sus labios. Todo iba bien. Lamentablemente nunca he sido un buen pololo, actitud que me ha pasado la cuenta. Pasaron casí 10 días que no supe nada de ella, quedé de llamarla por teléfono, cosa que el diario vivir y la rapidez de la vida moderna relegaron esa promesa al baul de los recuerdos. Nunca la llamé. Tomaba un trago tranquilamente con mis amigos mientras "G" comienza a coquetearme. Me miraba fijamente, cosa que yo también hacía. Los niveles de ebriedad me envalentonaron y me acerque a hablarle. Nunca supe como después la besaba apasionadamente. Llegué a mi casa conforme, puesto que había atinado con una mujer guapa. A "D" se la había tragado la tierra. Lunes por la noche y escucho el ring del teléfono. "A ti", oigo decir a mi mamá. "Alo", contesté. Maldición, era "D". La voz angelical se transformó en la voz de tu juez dictando su sentencia al infierno. Tenía al auricular alejado unos centimetros de mi oreja e igual escuchaba como me increpaba. Había una amiga de "D" en el carrete donde atine con "G", y la muy chismosa fue a tejer, tomar mate, ver telenovelas y a actualizar a "D" de mi affaire con "G". (No sé por qué chucha pongo letras si ni las conocen). Como era de esperar "D" se molestó de mi aventura con "G", pero lo bueno es que tengo cara de perrito atropellado y me perdonó. Después de mi affaire ella actuaba muy cariñosa y amable. Había perdido esa pesadez que tanto me gustaba. Además ya no confiaba en mi, bueno yo tampoco confiaba en ella. Si cagó a su pololo conmigo y yo la cagué a ella con otra, se puede decir que la desconfianza tenía su asidero. Así que cortamos por lo sano y lo dejamos hasta ahí. Casí dos años después me encontré con "D". Estaba felizmente pololeando y mantenía esos senos increibles -No lo puedo negar, siempre me gustaron mucho sus senos-. Tuvimos una conversación muy entretenida, de hecho creo que la conexión mutua salía por nuestros poros y la quimica se mantenía. Quedé de llamarla para juntarnos en algún bar del centro a tomar unas cervezas, conversar y tirar la talla. Como es costumbre... no la llamé. Pero bueno, cada vez que escucho All N my grill de Missy Elliot con Mc Solaar recuerdo mi historia con "D" y también recuerdo el como no recordé llamarla por teléfono.

No hay comentarios.: