lunes, 11 de julio de 2005

El anonimato a la indiferencia

Soy sólo una sombra que sigue tus pasos. Miro con melancolía tus oscuras huellas plasmadas en el suelo gracias a pequeños rayos solares que el invierno no logra obstaculizar. Sigo con mi mirada tu caminar, acompaño tu silueta hasta el horizonte o hasta donde mi visión me lo permite. Me desespero los días que no te veo. El sólo observar la figura de tu cuerpo quita la ansiedad por el suicidio. Yo te veo, pero tú no me ves. Me escondo tras rejas, tras cortinas, tras personas para lograr siquiera mirarte por un segundo. Conozco tu rutina a la perfección, no es algo enfermizo, sino más bien el acostumbramiento por acompañar tus actividades. Gozo cuando te veo reír con tus compañeras, trato de imaginar que ríes con algún chiste mío, eso me hace muy feliz. Si levantas la mano para dar una opinión, no me cabe duda que será algo muy asertivo. Tu inteligencia también me seduce. Tengo miedo de que lo nuestro- ¿existe lo nuestro?- se transforme en una obsesión, de esa forma moriría la ilusión. Te veo pasar por fuera de mi sala y sin reparo alguno busco una excusa mental para salir del aula, sólo con el fin de mirar tu caminar. Ya que el trasladarte de un lado a otro no es al azar. La manera en como mueves tus caderas convierte la sensualidad en una característica única de tu persona, el aura de tu magnificencia deja una estela de kilómetros de longitud, el ir y venir de tu cabello se cambia por una cascada que pide a gritos mi buceo y el olor de tu cuerpo me lleva a la mente las imagenes de Pepe Le Puf hipnotizado por el aroma de su gatita. Sé muy bien que ignoras de mi existencia lo cual me da esperanzas de ser la media naranja que todavía no encuentras. Quiero mirarte a los ojos mientras conversas conmigo sobre cualquier cosa, quiero ver como mueves tus labios mientras te diriges a mi, quiero ver como agitas tus manos mientras reafirmas tu acertada opinión, quiero mirar cada vez que pestañeas y observar con atención como tus pestañas van de arriba hacia abajo, quiero escuchar como inhalas y exhalas aire para continuar con tus bellas palabras, quiero anotar mentalmente los términos nuevos que me enseñes, quiero oír tu carcajada frente a alguna opinión llena de ironía y sarcasmo de mi parte. No quiero que llegue el momento en que cierre mis ojos y ya no te vea más. Prefiero que nunca me conozcas, sino puedo ser tu complemento. Asumo vivir en la clandestinidad de tu memoria, a ser sólo un sujeto más en tu vida. Porque, robando un verso de Kase-O, soy un adicto al amor platónico y al placer de la nostalgia cuando estoy solito.

No hay comentarios.: