miércoles, 15 de junio de 2005

Tributo a Escupo

Cuando mi gato Rumpy no apareció más por mi casa determinadas teorías giraron en torno a su desaparición. Quizás abandonó su lecho hogareño por sucumbir a los placeres de la carne que algunas gatitas estaban dispuestas a entregar o puede que algún vecino malintencionado acabó con un veneno barato la vida de mi felino, o también existe la posibilidad de que lo hayan raptado y todavía lo mantengan cautivo, o simplemente no quería recorrer el mundo, ya que su horizonte no era más de tres pasajes. La cosa es que cuando el Rumpy me dejó quede con una tristeza y una necesidad de adoptar otra mascota. Primero pensé en un perro pero me molesta su excesiva felicidad canina, en contraparte con un gato que vive el día a día sedentariamente adecuando su estado de ánimo diariamente.

Asi fue como decidí conseguir otro gato. Días después en los alrededores de mi casa se comenzó a escuchar un tibio maullido, hasta que de repente un pequeñisimo gato apareció rondando asustadizamente. Lo veo y me doy cuenta que es un típico cuchito abandonado sólo por haber nacido, quizás un embarazado no deseado de su madre, y su sólo vivía para sobrevivir. De un aspecto muy desaliñado, flaco, sucio y con un gran pelón sobre su frente. Como todavía me quedaba comida del Rumpy fuí ganandome la confianza del gatito a travéz de la alimentación. Finalmente cedió y me dejó tomarlo en brazos, ahí estaba junto a mi papá, y cuando lo examinamos detenidamente nos damos cuenta que el pelón era sumamente feo. "¿Qué le habrá pasado?", me preguntó papá a lo que respondí lo primero que se me vino a la mente: "Me tinca que alguien le tiró un escupo de ácido, entonces por eso quedó con ese pelón". Y sin ningún preámbulo lo bautizamos como Escupo. Lamentablemente Escupo tenía una desconfianza de los seres humanos, puede que su primera impresión de la raza no haya sido la mejor, por esto era reticente con nosotros. No tenía la confianza para entrar a mi casa, sólo rondaba maullando cada vez con mayor intensidad a pesar de su corta edad.

El invierno de este entonces era crudo y se registraban mínimas climaticas muy extremas. Como vivo relativamente cerca de la cordillera el frió es intenso dando las condiciones ad-hoc para que comenzara a nevar. Y nevó... durante varias horas nevó. Al otro día despierto y mi mamá me dice: "Diego... el gatito chico feo murió congelado". Me sentía culpable por haber abandonado a Escupo, pero él tuvo la culpa al no ceder en su miedo. Mi gato se había transformado en un Escupo congelado que mi mamá sacrificó no sé cómo. Muchos se ríen de la desgracia de mi fugaz gato. Yo cacho que Escupo igual se debe estar riendo, ¿adónde?, no lo sé, porque dicen que todos los perritos se van al cielo, mientras que imagino que los gatos se van al infierno. Donde presumo que mi gato Escupo debe estar calientito y con cero preocupación del frío. Escupo este es mi tributo.
"Escupo. Esperame allá abajo y prende el aire acondicionado, porque necesito que mi aclimatización en el paraiso de Luficer sea gradual".

Algún día dedicaré un texto al Rumpy.

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