jueves, 30 de junio de 2005

Gases letales. Parte 1.

Si un día hablé de lo placentero que resulta cagar mientras lees algo novedoso, hoy abocaré mi texto a un primo lejano de la caca. Ese familiar a veces no reconocido del mojón pero que también pertenece a su árbol genealógico, es decir del peo. Aquel gas que pasa entre los glúteos y que quizás muchas veces te ha hecho sonrojar o bien tú crucificaste a quién haya osado dejar escapar al indeseable amigo. Todos concuerdan que el peo más asqueroso, repugnante y con el peor olor del mundo es aquel que dejas escapar mientras te duchas, ya que no sufre ninguna especie de filtro como lo puede ser tu ropa interior o pantalones. Así tal como lo ves (¿o hueles?), ese “ope” sale al mundo sin que nadie se lo impida, carente de obstáculos textiles. Lo peor de todo, es que en la mayoría de los casos, ese peo no lo compartes con nadie, tú eres el único que saborea su olor y consumes el extracto acumulado durante el día. Tampoco se puede olvidar el “sabaneado”, aquel gas que dejas salir cuando estás acostado y tapado hasta el cuello. Nadie puede negar que ha sentido la curiosidad de oler el peo y se hace de la manera más cómoda, es decir levantando las sabanas y formando una pequeña ola con éstas, de esta forma todo el aroma llega directo a tu nariz contaminadote el cerebro. Mención honrosa es cuando compartes ese olor, si alguna chica se encuentra acostada al lado tuyo se lleva de regalo esa maravillosa experiencia. Un peo clásico es el de la micro. Ese olor que comienza a emerger desde el piso del vehículo y termina su camino en el techo del mismo. Es notable ver la cara de “Yo no fui” de todos los pasajeros, acusando al prójimo con la peor de las miradas. Culpabilizando a los demás con serios cambios en el rostro, señales de desaprobación y morisquetas varias. Este peo tiene estrecha relación con el llamado peo “ninja”. Puesto que hay que poseer las cualidades japonesas para realizar tal labor, lanzar afuera de tu cuerpo un peo silencioso que invada todos los rincones del transporte público. Pero ¡ojo! el que sea silencioso no significa que sea inofensivo, esos “ninjas” aparecen de la nada pero atacan en los puntos precisos con su gas letal. Los peos de origen japoneses son muy característicos de las mujeres. Sí!. Nuestras femeninas también dejan escapar sus olores. Pero lo hacen con una sutileza y elegancia envidiable que muchos hombres quisiéramos tener. Cuando una señorita va parada en la micro, afirmada con ambas manos en los respaldos de los asiento, con la cartera (o mochila si es estudiante) en el hombro y con unos retorcijones estomacales dignos del infierno, no les queda otra opción de “tirarse un vientito”. Sus dos piernas se encuentran estiradas, es más no quiere ni moverse porque corre peligro que su peo maliciosamente escape acompañado de una tronadura similar a las realizadas en la mina de Chuquicamata, y ahí si que sería vergonzoso. Entonces, finamente dobla una de sus rodillas y ladea de forma natural el glúteo de la pierna que mantiene estirada, así el “peíto” solamente roza las paredes del ano para salir al mundo silenciosamente.

-Ya viene más-

1 comentario:

Anónimo dijo...

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