lunes, 20 de junio de 2005

Al otro lado

Siempre es una situación incomoda, a pesar de tener plena conciencia de su devenir y no mirarla con tanto recelo. Aceptar que es inevitable y sólo preguntarse qué vendrá después. La comodidad me hubiera mantenido en casa viendo tv o estudiando para la prueba de J.P.. Pero el lazo de amistad fue más fuerte y decidí acompañara mis padres, sin que ellos me lo sugirieran ni muchos menos me obligaran. Por esta razón cuando dije: "Espérenme un poco. Los voy a acompañar", la actitud facial sufrió un leve cambio. Traté de buscar ropa oscura que no sobresaliera mucho, así los colores azul dominaron mi vestuario. Botabamos humo de la boca mientras en la radio sonaba Drum&Bass, una exquisita selección de la Zero, y mi pie derecho inevitablemente se movía al son de la música. Cuando nos bajamos del vehículo muchos de los asistentes nos miraban incrédulos preguntándose: "¿Y ellos quiénes serán?", hasta que una sobrina del deudo más cercano a nosotros nos reconoce. Al instante reonocen a mi papá comenzando el festín de los abrazos con su respectivo pésame. Ppor mi parte sólo me dedicó a abrazar sin emitir palabra alguna, nunca sé que decir en esas situaciones. Ya que el añejo "lo siento" o el "ayudándote a sentir" se escapan de mi vocabulario como si quisieran mantenerse sólo en mis pensamientos. Paso mis brazos por los hombros de los hijos y parientes cercanos, repitiendo el ritual por el cual han pasado desde que se enteraron del deceso. Vemos a nuestro amigo con una entereza admirable y lo abrazo con fuerza, sin emitir palabra alguna de nuevo, están demás. Cuando veo el féretro cuatro hombres lo rodean enfocando su mirada en el horizonte impavidamente. Visten camisetas del club del barrio, los colores albirojo identifican al "Paraguay", equipo del cual el muerto era fiel seguidor. Jugadores ya demacrados que hoy jugaron un partido en homenaje custiodaban el ataud. Mi mamá se acercó y vió al finado, yo por mi parte preferí utilizar el recurso de fumar un cigarro. Los cuatro jugadores me recordaron inmediatamente el velorio de Gladys Marín, cuando sus compañeros del F.P.M.R. hicieron lo mismo. Caras que perdieron su elasticidad con el tiempo se mantenían firme en la sala mortal, una arruga más en las señoras y quedaban ciegas.

-Continuara-

1 comentario:

urbano.serg dijo...

Solo estar ahi ayuda, no es necesario decir los repetidos y muy usados cliches: lo siento o aun más clásico; ayudandote a sentir, que para colmo de males no ayudan a sentir, al contrario te recuerdan que tu ser querido yace bajo dos metros de humeda tierra blanda, en su mejor traje y dependiendo de la muerte, destrozado o hinchado, ademas duro por el rigor mortis aveas corpus. Que horrendo...yo soy incapaz de ir a un funeral...y para colmo también digo: "lo siento"...