miércoles, 3 de agosto de 2005

Casa del terror. Primer tramo

Una relación consta de distintas etapas que tienes que superar con el transcurso de los meses. Antes que todo se encuentra el primer beso. Ese intercambio de saliva placentero que te conecta por vez primera con tu pareja, el rozamiento de labios que te lleva a cerrar los ojos y te traslada a otra dimensión. Posteriormente viene el manoseo apurado y pasional para pasar enseguida a la conexión completa. Pero ese será tema para otro texto. También tienes que presentar a tu mujer al grupo de amigos, esperar que les caiga bien a tus compinches, porque la aprobación de ellos te libra de muchos conflictos. Por otro lado, viene tu presentación al círculo de la chiquilla. Hacerse el simpático, tirar los chistes que sabes que causaran furor, tener alguna conversación seria y profunda con alguna de las amigas de tu novia donde demuestres tu inteligencia y sensibilidad son cosas que nunca fallan. Si lo haces bien se despiden de ti con la frase: “podrías venir de nuevo”, en cambio si el plan es un fracaso sólo escucharás un frío: “chao”. Pero sin duda el peor de los suplicios es ir a enfrentar a la familia de tu novia. ¿Nombre peliculesco no?. Aventurarse en la mansión del terror, en la fortaleza donde todos los ojos irán dirigidos a ti sin compasión alguna. Padres, hermanos, tíos, primos, abuelos, vecinos, todos ellos convertidos en jueces con la misión de juzgarte. ¿Así que tú eres el weon que se acuesta con mi hija?, ¿tú eres el pelotudo que mancilla el honor de mi princesita?, ¿tú fuiste el culpable de sacarla de su niñez?, son las preguntas que se leen en los ojos furiosos de tu suegro, pero cordialmente él te saluda con un tosco “hola”, mientras aprieta fuertemente tu débil mano. No sabe que su hijita ya tiene mucho camino recorrido. “Hola tío. Un gusto”. Es la única frase que sale de tu boca. Obviamente a la mamá de tu chiquilla la saludas con un apacible beso en la cara, por lo general tienes más feeling con las suegras. Te sientan en la silla eléctrica comenzando un interrogatorio digno de la KGB. Ya saben lo que estudias, tu seriedad en el compromiso, lo mucho que quieres a su hija y que crees firmemente en llegar puro y casto al matrimonio. Nunca osarías poner una mano encima de su adorable bombón. Aunque ya te sabes el cuerpo de memoria, aunque ya no exista lugar de su físico por donde tu lengua no haya pasado, aunque has pasado tardes enteras conversando y viendo tv desnudo junto a su virginal consentida. Pero nunca olvides de repetir en innumerables veces... lo mucho que quieres y respetas a su hija. Planteas que tus metas son altas y tus horizontes de vida se extienden más allá de lo que ellos sueñan para su guaguita. Si a tu suegro le gusta el fútbol nunca cometas el error de decir antes que él cuál es tu equipo favorito. Si papá es fanático de Colo-Colo, le cantas completo el himno y afirmas que estuviste en la final de la copa libertadores a sólo cinco puestos de él; por otro lado, si tu suegro es hincha acérrimo de la U, no dudes en narrar cuánto lloraste mientras el equipo azul descendió a segunda y cuenta con entusiasmo y alegría el día en que el bulla obtuvo el campeonato después de 25 años. Si por arte de magia Pinochet se convierte en tema de conversación no te desesperes en aclarar tu afición política, espera un par de segundos para escuchar los halagos o puteadas para Augusto. Si oyes lo primero defiendes la obra de “tu general” y justificas la muerte de tantos “comeguaguas”; en cambio, si lo que escuchas es groserías al enunciar el nombre del dictador, recuerda con nostalgia el ataque a La Moneda y sacas al Che Guevara que llevas por dentro. Si ves muchas imágenes de Dios en las paredes de la casa de tu novia, ofrécete amablemente para acompañar a tu suegra a misa el día domingo y dices que tú quieres tener el honor de dar las gracias por los alimentos antes de cenar; si la cara de la moneda es otra, lanza a diestra y siniestra chistes negros y oscuros sobre el credo católico. Sin embargo, trata de evitar los temas de fútbol, política y religión, puesto que te pueden sumergir en un pozo de arenas movedizas del cual nunca podrás salir a flote en lo que dure tu relación con la chiquilla en cuestión.

-Continuará-

1 comentario:

Anónimo dijo...

este tipo de escritos te queda muy bien..es que me gusta tu ironía a veces...