miércoles, 24 de septiembre de 2008

Anónima


Pienso en ella tres veces en el día. Toda la mañana, toda la tarde y toda la noche. Y mientras duermo, sueño con ella. Siento su aroma cada vez que respiro. Cuando la leo me concentro como si fuera la mejor novela de mi vida. Pero cuando la escucho todo el resto del mundo se vuelve silencioso. Si es que no la veo, me la imagino. Y si la tengo frente de mi, no la puedo dejar de mirar. Cuando la toco, mi cuerpo lo agradece, pero cuando la beso mi boca se conmueve...


y eso que todavía no la llego a amar.

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