martes, 31 de mayo de 2005

Pito en la oreja

Hoy desperté con un pito en la oreja. Un sonido que te acompaña en todo lo que haces, piensas, sientes, dices o imaginas. Lo tienes revoloteando sin parar un poco más arriba de tu sien y el manosear tu oreja no merma la espantosa sensación de no poder hacer nada por evitarlo. El lado izquiero de mi cabeza acapara mucha de mi atención, no dejo de pensar en ello y creo que tal vez se quedara ahí para siempre. Ya me empiezo a asustar, es más creo que la opción de ir al doctor no escapa de la realidad ¿y si fuera algo grave?... ojalá que no. El miedo inunda cada rincon de mi mente, mientras el ruido sigue ahí, interrumpiendo cada labor que me propongo a ejecutar. Ya no lo puedo soportar, ire a la cocina y tomaré el cuchillo más afilado que encuentre y cortaré mi oreja, quizás de esta forma el pito desaparezca, pero quedaré tuerto de una oreja. ¿Cómo dices cuándo te cortas una oreja?, ya que si pierdes un ojo eres tuerto, pero si pierdes una oreja ¿cómo te llaman?. Puede que el ruido ya no sea tan molesto, o puede que haya dismunuido su intensidad. Ya no le presto tanta atención, su volumen va desapareciendo y mi cuerpo vuelve a ser como era antes. Pero no. Yo quiero el aquel sonido de vuelta, me acostumbré a él, no quiero que desaparezca. Me angustia que su intensidad poco a poco vaya disminuyendo, lo que prontamente lo llevará a su extinción. Maldición, ya casi no lo escucho. No quiero perderlo... ¿qué voy a hacer sin ese sonido?. Ya no era una molestia, sino más bien un placer, una simbiosis que el ruido y yo creamos. Un sentido de autocomplacencia... creo que necesito escuchar ese pitillo en la oreja. Noooooooooooo. Ya no está. ¿Qué puedo hacer para que vuelva?. Mejor ire a dormir esperando un despertar con un pito en la oreja.

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