
Y se murió. Es una pena. Pero una pena pasajera. El abandono terrenal de uno de los relatores y comentaristas deportivos más importantes de la historia de nuestro país fue tema nacional. Todos quisieron sentirse conmovidos y tristes por la muerte de Julio Martínez. Políticos, ex deportistas, periodista de la nueva y vieja guardia, hinchas de fútbol, instituciones de la más diversa índole, la señora que lo vio una vez en la calle, el joven que leyó alguna vez su columna en el diario La Segunda, hasta Marlen Olivari. Todos querían llorar la partida de JM.
Yo fui periodista deportivo. Quizás mi condición de "ex" me obligaba a ir a ver al Darth Vader sin máscara en su ataúd. Es que fueron todos. De hecho, pensé en ir, pero estos días hizo un calor infernal que no me motivó a salir de mi casa. Para que quiero más calor, si en el infierno tendré todo el que desee a mi disposición. Así que no fui. Obviamente me dio un poco de pena, pero cuando cambié de canal la tristeza desapareció.

Es más, creo que muchos jóvenes que lloraron de pena ni siquiera sabían de él. Y en los comentarios televisivos elegían la lengua viperina de Eduardo Bonvallet al tranquilo comentario de JM. Cada vez que aparecía en Canal 13, yo me quedaba viendo a Martínez. Y no porque fuera fanático de su figura, sino más bien para gozar de la pasividad con hacía su análisis deportivo. Me imaginaba a los productores de Canal 13 haciendo el típico corte de manos en el cuello para que Julito apurara su labor. Sufrían con la lentitud de Cabeza de Rodilla en sus comentarios. Mientras veía a JM yo reía con lo anterior.
Ahora Julio Martínez se transformó en un héroe. Todo tiene que llevar su apelativo. Al instante le cambiaron el nombre a la calle que pasar por en frente del Estadio Santa Laura. El eficaz alcalde de Independencia hizo los trámites en menos de 48 horas -vaya que rapidez del edil-, ahora el presidente de Unión Española le quiere poner Julio Martínez al mítico recinto deportivo perteneciente al club hispano. Estoy de acuerdo. JM hubiera dado la vida por los colores rojos de su tan querida camiseta de Unión. Se lo merece.

¿Qué pasará cuando se muera Don Francisco?. Estoy seguro que nos dejaremos de llamar Chile para convertirnos en el país Don Francis. No seríamos chilenos y nos convertiríamos en franciscanos. Nuestro himno nacional sería el Pachi-Pachi y la leyenda del escudo patrio "por la razón o la fuerza" sería "Que venga la modelo". Además Sábado Gigantes se transmitiría todos los días y se llamaría "Semana Gigante". Y es más que seguro que Viví Kreutzberger sería presidenta del país.
No me cambien el Estadio Nacional por Julio Martínez. Ya que cuando me muera se llamará Diego Durán. He dicho.
1 comentario:
AMEN!
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