
No pongo en duda el goce que sentía mientras llenaba y llenaba mis vasos. Pero rato después mi cuerpo me pasó la cuenta. Luego de dejar a unas chiquillas en su casa mi organismo me exigió devolver todo lo que había tomado. Años que no me veía apoyado en un pared vomitando.
La cosa es que hoy la caña fue la peor en mucho tiempo. Dolor de cabeza y acidez más fuerte que nunca. Por eso había que salir a beber cerveza, fumar marihuana y disfrutar del aire limpio del Cajón. Lo único que saqué en limpio... es que nunca más, pero nunca más la maldita botella del pirata.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario