
Sabía que sería una noche de equivocaciones. Lo tenía claro. Primero: me iba a juntar con el rey de las equivocaciones a.k.a. Vasayr. Segundo: teníamos demasiados carretes para regodearnos. Tercero: la misión era emborracharse. Cuarto: estamos sumamente equivocados.
De partida Vasayr se quería juntar a las 20:00 horas para la previa. Esa era la primera equivocación. Menos mal que no accedí a tal petición. Así que la cosa era juntarse a las 23:00 para comenzar la noche. Plaza Italia era el lugar del encuentro.

Comenzaríamos con unas inofensivas cervezas en algún sucucho del barrio Bellavista. Pero no. Propuse la idea de comprar un ron y caminar tranquilamente a la primera parada de la noche. Como íbamos con tiempo de sobra decidimos disfrutar del brebaje en un banco del Parque Forestal. Esa sí que fue la primera equivocación de la noche. Mientras bebíamos y conversábamos tranquilamente giro mi cabeza y veo un automóvil verde con blanco. “
Vasayr los pacos weón. Bota el copete, bota el copete”. Alcanzamos a botar el trago de nuestros vasos pero las botellas encima del asiento nos delataban. El auto se paró enfrente de nosotros para pillarnos
in fraganti con el alcohol. Pensé: “
Conchesumadre.. cagamos”. No nos quedó otra que asumir nuestra falta con los señores de verde, ya que nos ahorrábamos palabras tratando de explicar a quien tiene serios problemas de coeficiente intelectual. Nos revisaron y no encontraron nada, salvo el copete. Botaron el ron frente a nuestros ojos. Menos mal que los pacos sentaron cabeza y nos dejaron en libertad al tirar el trago al suelo. Nos dejaron sólo con la bebida. Apenas nos soltaron acudimos a una botillería a comprar otro ron, ni cagando nos quedábamos con las ganas de alcoholizarnos.
Llegamos al primer carrete donde habían algunos especimenes de la raza flayte. Ya se olía algo mal. De igual forma había minas ricas, así que eso compensaba lo anterior. Quizás las dosis de reggeaton opacaron la música, pero por último veías como las minas ricas se movían como perras en celo –Ojo, que no lo digo en forma despectiva-. Vueltas por aquí, vueltas por acá. Ya medio ebrio bailé con una chiquilla que estaba bastante buena, pero nuevamente el reggeaton funó mi plan de seducción. Para la otra será señorita. De pronto veo que el rey de las equivocaciones estaba haciendo freestyle, así que llego para oficiarlas de animador de las improvisadas batallas de freestyle. Después de unas encarnizadas luchas de palabras florecieron unas encarnizadas luchas de puños y patadas. Volvimos al bailoteo oficial y vemos como una sarta de idiotas comienzan a golpearse. “
Vayámonos... se puso flayte el carrete”. Cuando el reloj marcaba las 04:30 AM emprendimos rumbo a Maipú. Así de equivocados estábamos.
En plena Alameda nos subimos a una micro con dirección al carrete de Insano. Mal que mal nuestro amigo se nos va a Colombia a competir. Nos subimos al transporte público y nos encontramos con 4 chiquillas bien felices. Como estábamos borrachos prendimos con agua. Puede que no fueran muy agraciadas las niñas, pero a esa hora y con el nivel de alcohol en el cuerpo daba lo mismo. Los flirteos se sucedían unos tras otros. Incluso mis amigos de aquella noche me acusaron de caer en las redes de una de esas señoritas. Lo niego, pero a decir verdad no pongo mis manos al fuego ni siquiera por mí. Así que omito cualquier comentario sobre dicho episodio.

Y llegamos a Maipú. Más perdidos que monja en orgía –aunque no es mala idea-. En base a celulares caminamos más que Kung-Fu y llegamos al carrete tipo 05:15 AM. Allá seguían con la celebración a la cual nos unimos. Algo que para mí duró poco ya que a los 15 minutos dormía placenteramente en una silla. Me despertaron y escuché: “
Ya Zonoron... vamos”. Asentí con la cabeza. Nuevamente caminamos más que Forrest Gump. En el camino al paradero Vasayr se detiene, mira una flor y dice: “
Ohohoho... le llevaré esta flor a papet”. Podría sonar gay, pero más que gay suena desquiciado. Porque papet no es hombre, ni siquiera es una persona... papet es un perro. Rey de las equivocaciones. Con flor en la mano llegamos a tomar la micro. Obviamente no sabíamos dónde estábamos parados así que esperábamos cualquiera que nos acercara a algún lugar conocido. Sólo había un inconveniente: éramos tres y teníamos 400 pesos. De pronto veo que las 430, micro que me deja en la esquina de mi casa, pasa por la esquina del frente. Corrimos raudamente para alcanzarla. Mientras corríamos le digo a Vasayr: “
Weón... tengo 4 gambas. Dile vo”. “
Dale, yo le digo”, me responde. Le paso el dinero, hace parar la micro, el chofer abre la puerta y este weón le dice: “
Disculpe. ¿Nos puede llevar por 400 pesos y una flor?”. El conductor mira sorprendido, desliza una sonrisa y nos dice: “
Ya súbanse”.
Al fin y al cabo Vasayr no le entregó la flor al micrero y se la llevó a papet. Fue la frase de oro para terminar una noche de equivocaciones.